Catastro del Marqués de la Ensenada de La Rioja

El Catastro del Marqués de la Ensenada es la manifestación evidente del llamado ciclo vital de los documentos que se generan para cumplir una función, que paulatinamente va transformándose hasta que su interés y uso queda en manos de la Historia. A mediados del siglo XVIII, durante el reinado de Fernando VI, el citado Marqués promueve la elaboración de un censo – en el sentido más extenso del término- que sirva para conocer la realidad económica del territorio (Corona de Castilla) y de sus habitantes y que finalmente posibilite arbitrar la política fiscal oportuna. Su Magna averiguación fiscal para alivio de los vasallos y mejor conocimiento del Reino constituyó el primer catastro nacido en, desde, por y para la administración hacendística de la Corona, a través del cual se obligaba a ciudades, villas, lugares y a todos sus respectivos vecinos, sin diferenciación de estamento, a declarar sus bienes, rentas y cargas. El conjunto de los libros generados por los trabajos catastrales fue recogido en los anaqueles de las oficinas de las Intendencias provinciales (antiguas Delegaciones de Hacienda) dándole un uso propio de gestión administrativa, como demuestran las copias expedidas a solicitud de municipios, cabildos y conventos, diez o quince años más tarde. El inevitable paso del tiempo hizo desaparecer el uso administrativo del Catastro, de tal forma que adquiere un nuevo valor, abierto a la investigación histórica como importantísima fuente de información.

El Catastro del Marqués de la Ensenada había nacido teniendo como referencia los trabajos catastrales realizados en Cataluña por José Patiño, ministro de Felipe V y del que Ensenada había sido colaborador. La operación de catastrar las Castillas se inició tras el Real Decreto del 10 de octubre de 1749 y hasta 1756 llegaron a operarse 15.000 localidades, dando como resultado un conjunto de libros cercano a los 80.000 volúmenes, evidencia del buen hacer de la mayoría de los operarios que intervinieron. Muchos medios personales y recursos materiales -porque como la profesora Camarero ha dicho se trataba de averiguarlo “todo de todos”- buscando la implantación de un sistema contributivo – la Única Contribución- más justo y universal. La pretendida reforma fiscal acabaría naufragando, pero no la idea, puesto que un siglo más tarde volvió a retomarse como única salida para la modernización del país.

Para hablar del Catastro del Marqués de la Ensenada en La Rioja debemos asumir que su actual territorio- nacido en la división territorial de Javier de Burgos de 1833- estaba dividido entre dos provincias o intendencias - Burgos y Soria - y que por lo tanto podemos encontrar diferencias entre las localidades catastradas en una u otra provincia. Los equipos catastrales son distintos aunque reciben las mismas instrucciones de la Real Junta de la Única Contribución, al frente de la cual se sitúa Bartolomé de Valencia como Secretario. También el periodo de ejecución es paralelo –de enero de 1751 a noviembre de 1753- y sin embargo los resultados en las localidades de la intendencia de Soria (por ejemplo Calahorra) son más defectuosos, frente al cuidado catastro de las localidades burgalesas.

Superadas las operaciones piloto de Astudillo para la provincia de Burgos y la de Almajano para la de Soria, es la villa de Haro la que acoge, por mandato del Marqués de Espinardo –Intendente de Burgos- la llamada operación escuela a la que asistirán los corregidores de Logroño, Santo Domingo de la Calzada, Laredo y Aranda. Allí recibirán primero la instrucción directa de cómo catastrar, utilizando la población y el territorio de la mencionada villa como modelo, para luego ser los encargados de nombrar a los jueces subdelegados y comisionados que actuarán en el resto de las localidades que estuvieran a su mando. Sospechamos que algo similar pudo hacer el Intendente de Soria, Ignacio Bermúdez de Castro y Merino, aunque no lo hayamos podido documentar.

Hoy los libros del Catastro perteneciente a las localidades de nuestra Comunidad Autónoma de La Rioja se conservan en el Archivo Histórico Provincial, en su actual sede de la calle Rodríguez Paterna nº 24. Anteriormente y desde 1978 el Catastro estuvo en las antiguas dependencias de la Biblioteca Pública - Instituto Práxedes Mateo Sagasta- a donde llegó como transferencia de la Delegación de Hacienda. Ésta lo habría recibido a su vez de las ya citadas Intendencias y Contadurías provinciales de Burgos y Soria, quienes debieron hacer un reparto de los libros al poco de crearse la provincia de Logroño.

El primer inventario del Catastro del Marqués de la Ensenada, del que hoy se es deudor, se hizo teniendo como base la ordenación alfabética de localidades, lo que si bien tiene una perfecta lógica ha hecho desaparecer la primigenia ordenación de los libros por partidos jurisdiccionales. Bajo el epígrafe de cada localidad, se agrupan los distintos Libros que lo compone: Libro de Respuestas Generales, Libros de lo raíz, Libros de lo personal y Memoriales, siempre desdoblados para seglares y eclesiásticos y teniendo en cuenta que Libro no equivale a volumen.

En las Respuestas Generales las justicias y peritos nombrados al efecto dan contestación a las cuarenta preguntas del Interrogatorio. Éste, impreso en cuatro hojas, es el mismo para todas las entidades catastradas, pero el grado de uniformidad a la hora de las contestaciones no siempre es el mismo. Existen localidades con un alto grado de pertinencia con certificaciones explícitas, frente a otras que nada responden al respecto. Los Autos reúnen un conjunto variado de documentos, a la manera de expediente, que recogen los pasos de la elaboración del Catastro en la localidad y que justifican las contestaciones a las preguntas del Interrogatorio. El conjunto de las preguntas del Interrogatorio hace que las Respuestas Generales sean el mejor y más extenso testimonio de la localidad a mediados del siglo XVIII. La gama de preguntas afecta al pueblo y a su población, a la calidad de sus tierras, a las clases y cabezas de ganado, a los cultivos, a los servicios y sus dispensadores, a las actividades mercantiles, a las actividades artesanales, al desarrollo mecánico... toda una panorámica de la sociedad y economía del momento.

Los Memoriales, piedra angular de las Respuestas Particulares, responden a la suma de las declaraciones que cada vecino –ya cabeza de casa, institución seglar o eclesiástica- hace de sus datos personales (nombre, apellidos, estado y estamento, edad, profesión, familia, criados que conviven en su casa...) para pasar luego a enumerar sus propiedades y rentas. De los Memoriales sale la información básica que servirá para elaborar el Libro mayor de lo raíz y el Libro mayor de lo personal, si bien éstos últimos ya son realizados por los peritos como resultado de su inspección. Los Memoriales suelen ir firmados en el caso de que el individuo sepa hacerlo y tienen grafías no homogéneas porque distintos amanuenses han intervenido en su elaboración. Cuando la declaración es la de una institución - como por ejemplo un ayuntamiento, un hospital, una capellanía, una parroquia...- suele ser el mayordomo u otro representante de la misma quien la realiza, dando a veces múltiples confusiones en los índices.

El Libro mayor de lo personal, también denominados Vecindario, recoge exclusivamente la relación alfabetizada por nombre de pila de los vecinos (personas físicas y no instituciones) de una localidad, copiando los datos de carácter personal que sirven de encabezamiento a los Memoriales. El número de vecinos, la dimensión de la población, hará que éste libro sea más o menos extenso utilizando criterios de enumeración jerárquicos (primero el señor de la villa, luego el alcalde y regidores y por último, los vecinos)

El Libro mayor de lo raíz repite la información reunida en las declaraciones de los Memoriales en lo tocante a bienes patrimoniales, tanto sean inmuebles, ganados y colmenas, censos o rentas del trabajo, pero una vez que han sido comprobados o enmendados por los agentes del Catastro. Este Libro tiene una misma factura con uniformidad de grafía, de abreviaturas y de caja de texto. A su margen izquierdo se dibujan las formas perimetrales de las fincas rústicas que se catastran, mientras que se reserva el derecho para el guarismo de la valoración, todo lo cual los convierte en documentos fáciles de reconocer a simple vista.

Los distintos libros que componen el Catastro del Marqués de la Ensenada son hoy una fuente documental que va más allá de lo estrictamente hacendístico, constituyen un patrimonio histórico de incalculable valor. Pueden utilizarse como fuente documental exclusiva de una localidad en todos sus aspectos, o extensivamente sobre un aspecto concreto de un área geográfica más amplia. Es en este segundo caso, cuando a nuestro entender el Catastro alcanza su mayor grandeza como fuente para el conocimiento del territorio y su población.

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